jueves, 4 de febrero de 2010

NUEVOS DEBATES, VIEJOS TEMAS

Por: Manuel Burga
La pregunta que cualquier peruano se puede hacer, mirando al país o a sus propios hijos, es: ¿Podemos salir de la situación actual, alcanzar el desarrollo, con un “sistema educativo quebrado”, como el nuestro? Todos conocemos la respuesta y actuamos en consecuencia. Fue necesario que esta respuesta la enuncie Michael E. Porter, economista de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, durante el Seminario Internacional “Claves de una Estrategia Competitiva”, el 30 de noviembre pasado, para que nuestro primer mandatario se sienta aludido y ofrezca una desafortunada réplica: “¿Por qué aceptamos lecciones de personas que no conocen el Perú?”. Otro producto interesante de esta visita es el debate que se ha suscitado alrededor del artículo del economista Waldo Mendoza, En Defensa del neoliberalismo, del 20 de enero pasado, que en lo esencial nos dice que el Perú, en este momento, se encuentra en el buen grupo (Brasil, Chile, México y Colombia) y no entre los que están perdiendo la oportunidad (Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela). Como si los resultados que se pueden ver en estos países fueran consecuencia de las dos últimas décadas. La respuesta técnica la han ofrecido Humberto Campodónico, Oscar Dancourt, Pedro Francke y Félix Jiménez, insistiendo en que el modelo de desarrollo neoliberal más bien nos empobrece y reproduce una nefasta estructura primario exportadora de viejo cuño.El mismo Porter, el domingo pasado, en El Comercio, profundiza algunas de sus agudas reflexiones y sin dejar de reconocer el avance del rendimiento económico en nuestro país, pasa a decirnos que este es consecuencia del buen precio de los “commodities” que exportamos, y esto es lo que debería preocuparnos: “Si se continúa dependiendo de los ‘commodities’ como impulsores de la economía, se acabará en un callejón sin salida”. Cuando trata de señalarnos el buen camino, nos indica el impedimento mayor: “El sistema educativo está quebrado” en el Perú. “Además de las debilidades relacionadas al capital humano, se invierte de manera insuficiente en ciencia y tecnología”. Recomienda profundizar la descentralización: “Cada región del Perú necesita una estrategia clara para construir una economía propia y única basada en las fortalezas locales”. Es decir, hacer casi todo lo que el gobierno no hace.M. Porter no está desinformado. Todo lo contrario, su trabajo es estar bien informado sobre lo que sucede en AL, sino quién contrata las consultorías de su Instituto para la Estrategia y la Competitividad en Harvard. Hay que escucharlo, sobre todo cuando cuestiona una realidad tan evidente como el modelo de desarrollo con una estructura económica primario exportadora, con lo cual Campodónico, Dancourt, Francke y Jiménez lógicamente coinciden. Decir que el Perú está en el buen grupo y que tenemos el modelo correcto nos podría dejar la imagen de que estamos como Brasil, Chile o México; o que, embarcados en el mismo modelo, pronto estaríamos como ellos. Esos países siempre han estado delante de nosotros en los últimos 100 años. Si no cómo explicamos, por ejemplo, que el presupuesto de la UNAM de México sea de 1,700 millones de dólares al año y el de San Marcos, su socia en la red de macrouniversidades, de 70.
Articulo Publicado en el Diario La Republica

lunes, 25 de enero de 2010

LA ESTANFLACION DE LA UNIVERSIDAD PERUANA

Articulo Publicado en el Diario la Republica por Rocio Silva Santisteban




Cuando estudiaba mi pregrado en los años 80 también se hablaba de una crisis: pero era básicamente por el exceso de política en la universidad, por las arcas vacías de la misma, por la pobreza de los sueldos de los profesores y por la carencia de investigaciones. Pero éramos un país sitiado por el terror y la inflación: la universidad de alguna manera respondía a esta escasez y a esa violencia sobreviviendo como podía. Veinte años después somos un país que se vanagloria de haber crecido en medio de una crisis económica global, de tener un PBI bastante alto para la región y de ser uno de los más emprendedores. Sin embargo, la universidad no responde a las exigencias de calidad de un país así descrito: no hay investigación, las bibliotecas siguen siendo pésimas, los profesionales absolutamente tecnocratizados y la sensibilidad por el conocimiento totalmente adormilada.
Nos encontramos, pues, ante lo que podría llamarse una estanflación de la universidad peruana: sí, inflación del número de universidades pero estancamiento del conocimiento. Las universidades que han surgido no lo han hecho para responder a las necesidades del Perú y de su medio ambiente. No, en realidad, responden a ciertos temores atávicos por la pobreza y la creencia en la universidad como espacio de movilidad social y a la especulación de sus directivos: esa es la razón por la cual hay más facultades de Derecho que facultades de Ingeniería de Minas, por ejemplo.
Estancamiento con inflación, o más bien al revés, hartas universidades sin mayores logros educativos; crece el número pero en conjunto no son siquiera la sombra de la universidad peruana durante los años 50 y 60: ese es el escenario hoy en día, y es un escenario que a la clase política y a las élites intelectuales debería darles(nos) vergüenza. Deberíamos tener rosácea de tanta vergüenza.
Me parece que esta crisis de la universidad peruana responde al hecho de haberla banalizado pues se la ha formateado según las enseñanzas mal interpretadas del neoliberalismo: convertirlo todo en dinero. Es por eso mismo que muchas universidades se publicitan como espacios de “tránsito” del colegio a un puesto laboral. Pero la universidad es mucho más que eso.
Lamentablemente hoy en día, debido a la importancia de la tecnología, de la información y de la universidad como espacio de entrenamiento de tecnócratas, se está creando un nuevo tipo de mercancía: el saber-mercancía, un saber devenido en cosa que, de acuerdo con la teoría fetichista de la mercancía, encubre que su valor existe únicamente como producto social. Por eso mismo el escándalo de los privilegios del copyright, desde los países europeos, y desde nuestro tercermundismo, el escándalo de la piratería, las fotocopias y la ruptura con todo tipo de licencias. Lo que sucede es que hoy toda información o conocimiento convertido en mercancía produce rédito, y no necesariamente para su creador, sino al que permite que ese saber-mercancía se convierta en producto a ser comercializado.
¿Cómo combatir esta estanflación universitaria? Luchando por el acceso irrestricto al conocimiento y apostando por formar cerebros: seres humanos con niveles de abstracción, de análisis y de pensamiento crítico que nos permitan mirar al futuro más allá de la “exportación de minerales”.